Nokia fue una vez el líder indiscutible en la industria de los teléfonos móviles, marcando tendencias y estableciendo estándares. Sin embargo, la misma empresa que conectó al mundo a través de dispositivos confiables eventualmente tropezó ante el cambio tecnológico y la competencia feroz. En los últimos años, sin embargo, Nokia ha reconstruido silenciosamente su presencia, esta vez en un campo muy diferente: centrado en dispositivos asequibles e infraestructura global de telecomunicaciones. Esta es la historia de una caída y un resurgimiento, de lecciones aprendidas y nichos redescubiertos.
A principios de los 2000, Nokia dominaba el mercado global de móviles, alcanzando su punto máximo en 2007 con más del 50 % de la cuota en algunas regiones. A pesar de tener acceso temprano a tecnología de smartphones, la toma de decisiones interna, la dependencia del software heredado (como Symbian) y la falta de urgencia ante la pantalla táctil provocaron su declive. Mientras Apple y Android avanzaban con ecosistemas ágiles, Nokia se aferraba a principios obsoletos.
Otro problema fundamental era su estructura organizativa. Los departamentos aislados y un liderazgo adverso al riesgo impidieron que la innovación prosperara. Aunque había desarrollos prometedores internamente, muchos nunca llegaron al usuario final. La resistencia al cambio radical resultó costosa.
Cuando Nokia se dio cuenta del cambio en las expectativas de los consumidores y del auge del ecosistema de aplicaciones, ya era tarde. En 2011 firmaron un acuerdo con Microsoft que desembocó en la fallida era de Windows Phone. En 2014, Microsoft compró la división de dispositivos, sacando a Nokia temporalmente del mercado de consumo.
La historia de Nokia es una advertencia sobre la innovación. Reconocer los cambios no basta; hay que actuar con estrategia y a tiempo. La marca subestimó lo rápido que evolucionaban las necesidades de los usuarios.
En términos empresariales, Nokia enfrentó el dilema del innovador: proteger el negocio tradicional o apostar por una transformación disruptiva. Eligió lo primero y perdió ambas cosas. Hoy se estudia su caso en las escuelas de negocios como ejemplo de declive por falta de agilidad.
No obstante, la excelencia técnica de Nokia y el reconocimiento de marca se mantuvieron. Esas fortalezas serían esenciales para su regreso.
El retorno de los teléfonos Nokia empezó en 2016 gracias a un acuerdo de licencia con HMD Global, una empresa finlandesa liderada por exejecutivos de Nokia. HMD eligió otro camino: en lugar de competir con buques insignia, apostó por Android limpio en móviles económicos y de gama media. La nostalgia por la calidad de Nokia, combinada con precios inteligentes, funcionó especialmente en países emergentes.
Usando Android One y evitando el bloatware, los móviles de Nokia bajo HMD ganaron reputación por su fiabilidad y soporte de software. Esto atrajo a consumidores prácticos. El diseño coherente y las actualizaciones frecuentes fueron claves para distinguirse.
Actualmente, los móviles Nokia están disponibles en más de 100 países. Aunque no compiten directamente con Apple o Samsung en la gama alta, sí han logrado una presencia estable en India, África y Europa. Es una estrategia realista que evita repetir errores pasados.
La alianza con HMD refleja un enfoque inteligente. Nokia mantuvo el control de la marca pero delegó la ejecución en un equipo alineado con su visión. Así volvió al mercado sin el peso financiero de la producción.
Para HMD, el nombre Nokia ofrecía credibilidad inmediata. Juntas, ambas empresas devolvieron al mundo teléfonos prácticos y duraderos.
Este modelo demuestra cómo una marca histórica puede seguir siendo relevante si escoge bien sus alianzas y define bien los términos de cooperación.
Aunque los móviles son importantes para la visibilidad, el verdadero núcleo de Nokia hoy es la infraestructura de telecomunicaciones. La empresa se ha reposicionado como actor clave en 5G, compitiendo con Ericsson y Huawei. En 2025, Nokia suministra equipos 5G a operadores de todo el mundo.
Este regreso a sus raíces de ingeniería ha dado frutos. Bell Labs, de Nokia, sigue siendo un referente en innovación, trabajando en estándares y redes del futuro, como el 6G. El enfoque B2B incluye redes privadas, soluciones industriales y software empresarial.
Este giro hacia contratos empresariales en lugar de consumo masivo ha traído estabilidad. Nokia responde a las exigencias de gobiernos y empresas, posicionándose como socio estratégico en conectividad global.
Nokia es ahora una referencia en despliegue 5G, ganando contratos para soluciones integrales. Su división de software —Nokia Cloud and Network Services— es hoy una fuente de ingresos sólida.
El contexto geopolítico también ha beneficiado a Nokia. Con restricciones a proveedores chinos en algunos países, la compañía ha ganado cuota especialmente en Europa. La confianza institucional juega a su favor.
De cara al futuro, su participación en el desarrollo de 6G y su inversión en I+D definirán su siguiente década. Nokia tiene potencial no solo para mantenerse, sino para liderar la conectividad del futuro.